Despedida y retorno


Cuando te das cuenta, son muchos los quilómetros recorridos en tan solo un mes. Parece mentira, a pesar de tantos buses y paradas interminables, que nuestra aventura estuviese llegando a su final. Llega el momento de despedirse de nuestras escuelas, algunos con más emoción que otros, y sobre todo de nuestros compañeros. Sin duda, además de a los docentes de mi centro que me han dejado acompañarles durante este mes (especialmente Ms. Kight, Monsieur Sauder, Monsieur Coutu y Ms Rachel), echaré mucho de menos a Samantha. Ha sido mucho lo que hemos conversado durante este mes sobre nuestros países y su educación, y hemos llegado a la conclusión de que nos visitaremos en el futuro. Salvando las diferencias, España y Corea del Sur no están tan alejados ni son tan diferentes como uno puede pensar. Al contrario, tienen muchas similitudes, pasando por el estado, la sociedad, el clima o mismo en educación.
Fruto de esta unión, el jueves 12 de octubre también estrechamos lazos entre más compañeros mediante una cena despedida, por supuesto, en un restaurante coreano😉. Allí degustamos sus sabrosos platos, muy enfocados en el repollo, y degustamos su bebida caliente que es una mezcla entre agua y té con la que acompañan los platos principales. Y sí, también brindamos. Estaba todo buenísimo.







La OCINET, organización encargada de nuestro programa también nos hizo una despedida en un lugar muy memorable: la misma casa de la coordinadora. Es increíble ver con qué alegría y poco reparo nos abren la puerta de su casa. Allí hicimos nuestras valoraciones del programa, con feedback para la organización y las familias, y también pusimos en común nuestras opiniones en un ambiente muy distendido. Tuvimos la suerte de compartir la celebración con los becados de la Fundación Amancio Ortega, que celebraban, muy bien disfrazados para la ocasión, su particular bienvenida a un programa mucho más largo que el nuestro, nada más y nada menos que 8 meses. Muy interesante conversar con ellos, la mayoría con altos estudios universitarios de diversa índole, y de cómo ha sido y será el programa, del cuál forman  su primera generación. Ha sido una sorpresa también encontrar a vecinos de localidad. Como se suele decir, el mundo es un pañuelo y más cuando se trata de gallegos. En definitiva, ha sido un placer compartir experiencia con unos compañeros tan agradables y deseamos  lo mejor tanto para los coordinadores como para el programa.




Finalmente, ya con nuestros certificados, volamos. En Ottawa llovía. Nos esperaban 24h de viaje non-stop. Éramos aún ajenos a las noticias que a nuestra llegada nos esperaban, las más tristes. Nuestra tierra ardía, y la marea volvía a ser negra. Esta vez, de ceniza.

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